Los teléfonos móviles, también llamados teléfonos celulares, y antenas , forman ahora, parte integral de la telecomunicación moderna.
Sin embargo se ha demostrado que las radiaciones que emite este tipo de artefactos es de potencia considerable (decenas de watios) a frecuencias cercanas a 1Ghz (~900Mhz). La frecuencia de resonancia del agua (mas del 80% de nuestro cuerpo es agua) es de 1 Ghz, lo que quiere decir que a esa frecuencia las moléculas que constituyen nuestras células vibran de manera descontrolada y pueden mutar sin que obviamente nos enteremos.
Desgraciadamente el efecto nocivo de estas ondas, no sólo está dado por la potencia con que el ser humano las recibe, sino que también con el tiempo de exposición a estas ondas causan la destrucción de las células del cuerpo humano dando paso a las células cancerígenas .
Debido a que las ondas emitidas por las antenas de las estaciones bases de celulares, coinciden con el espectro de los órganos humanos es que estas radiaciones alteran procesos tan importantes como la división celular, la comunicación intercelular y el funcionamiento de los distintos órganos.
En nuestro país del sector empresarial participan firmas transnacionales como América Móvil, cuyo propietario es el mexicano Carlos Slim, considerado el hombre más rico del mundo. Con la marca comercial Claro, es la versión privatizada de la estatal Administración Nacional de Telecomunicaciones vendida a France Telecom en 1999 y en manos de Slim desde 2003.
De acuerdo a la ley aprobada por el Congreso Nacional, con respecto a las antenas podrán instalarse en áreas urbanas y rurales, excepto dentro de establecimientos educacionales, salas cuna, jardines infantiles, hospitales, clínicas o consultorios, predios urbanos donde existan torres de alta tensión, hogares de ancianos y otras áreas sensibles que defina la Subsecretaría del ramo.
De la misma forma, deberán ubicarse a una distancia específica de los límites de estos establecimientos, que no podrá ser menor a cuatro veces la altura de la torre, con un mínimo de 50 metros de distancia, salvo que se trate, por ejemplo, de torres que estos establecimientos requieran para fines propios.
Sin embargo, «como todo avance de la tecnología tiene que estar sujeto a cierta normativa para proteger o acotar el riesgo de perjudicar la salud», dice el especialista Juan Skvarca, miembro del Panel de Expertos en Radiaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).